Hace tiempo que vengo pensando en escribir, en desatar el estómago para contar lo que ha ocurrido en aproximadamente un año hasta hoy.
Dudas y resquemores me han predispuesto. Algunos recuerdos, fechas inexactas (ya sabrán por que), eventos que se agolpan en mi memoria sin poder situarlos en un momento preciso han ido determinando lo que podría llamarse "mi proceder" en este último año, más o menos.
También se cumplirá pronto un año desde que me transformé en un loco titulado de tal. Concurrí al encuentro de otros locos, locos del alma, en una clínica del oriente de esta capital que a veces es tierna y otras todo lo contrario.
De ese entonces si tengo recuerdos. El momento del ingreso, despojado de cinturón, cordones, mate y su yerba, la despedida triste, la primera noche, los días siguientes, las risas, las duchas con la puerta abierta, la inyección de sueño a las 11pm, los desayunos, colación, almuerzo, onces y cena que me hicieron agregar peso a mis huesos hasta hoy, Las salidas para electrocutarme las neuronas, adormilado por la anestesia amable para luego comer y comer bajo las luces de la calle, luces inexactas, juguetonas, nocturnas. Las tardes tirados bajo al sol, al borde de una piscina llena pero sin uso (como queríamos usarla) comiendo dulces, fumando y fumando y fumando. Las noches de películas que nadie veía pero que nos congregaba como locos, como simple y graciosamente locos.
De lo anterior ha pasado ya casi un año y no se si estoy mejor o peor luego de esa terapia intensiva, terapia violenta, terapia hecha a la medida de los locos.
Han pasado más de 10 meses creo (desde que salí de la clínica no he podido recobrar el uso exacto de mi memoria. Hay confusión. No recuerdo ni en lo más mínimo cuando ocurrieron situaciones que se que ocurrieron, no me es posible situarlas en el tiempo, en un mes, semana, menos en un día. Probablemente hayan sido los TEC a los que me sometieron los que borraron esa parte de la memoria que une el que con el cuando y el por que, probablemente) desde que no la veo.
Estuve sinceramente prendado de una mujer hermosa por dentro y por fuera (aun cuando con el beneficio del tiempo he ido descubriendo olores más bien hediondos de su personalidad). Hasta un par de gatas adoptamos (a las que extraño a morir). La mujer de las gatas se fue a vivir a Valparaíso y me quedé medio perdido, medio aturdido en un Santiago cada vez más lejano.
Es cierto, concedo que nunca estuve a su altura o más bien, a la altura de lo que esta mujer hermosa esperaba de mi (o de quien tuviese el honor de estar a su lado). Tantos días y tantas noches de desamparo, de partir dejándola sola con las dos gatas, tanto desamor a gotas pero desamor al fin.
La historia con esta mujer no terminó bien. Golpes, gritos, cobranzas por esos días y noches de desamparo y para rubricar esta historia, mi desliz, mi caída profunda, mi tropiezo, mi deslealtad, mi traición por "culpa" de otra mujer hermosa con quien estuve haciendo la hora, jugando al conquistador pero cayendo de golpe sin darme cuenta hasta que sangré de las heridas auto infringidas.
No quiero entrar en los detalles felices de la historia con esta mujer hermosa, no tiene sentido hacerlo ahora y además esos detalles los dejo para mí, guardados, etiquetados para el momento de rendir, de dar cuenta, de la raya para la suma, el punto es que eché a perder una historia que pudo tener otro guión y quizás otro final.
Y aquí estoy sentado escribiendo (¿para quién?), con mis recuerdos atemporales, con nombres (todavía extraño a la mujer hermosa de Quillota), con rostros difusos y añejados por el paso del tiempo. Mis amores.
Soy la entropía del amor. Lo que queda, lo que sobra, lo que se deshecha luego de un temporal de besos, de caricias, de piel y alma condensadas en un momento, un año, un siglo pequeño y minúsculo de la pretenciosa larga vida.
Aquí estoy todavía resistiendo. Sin trabajo, sin dinero.
Me ayudan mis perros y mis gatos, la catita encerrada en su jaula (tantas veces he querido liberarla), mis hijos (dos hembras y un macho) pero por sobre todo la mejor persona que he conocido. Más que una amiga, más que un amor, más que una amante, mucho más.
Me ayuda ella, quien nunca me ha dado la espalda a pesar de tantas veces que yo se la he dado.
Su perdón, su nobleza, su fuerza, su apoyo incondicional.
El sol entibia este día de agosto y mientras escribo la espero. Espero que llegue con su risa fácil, con sus cuentos simples, con su mirada y palabra honesta.
Cuanto ha pasado desde que ella, la madre de mis hijas, decidió acompañarme a pesar de todo, en todas las formas posibles, más allá del amor, más allá de mi.
Pues ella es quien merece mi homenaje y de no hacerlo sería no sólo un error, sería una catástrofe.
Hace 2 días tembló mientras ella no estaba, la extrañé.
Hace 2 días llovió y estaba aquí, dispuesta a cobijarme,
Hace 1 año que la historia de una mujer hermosa se acabó pero hace el mismo año, la mujer más hermosa, el ser humano más hermoso permanece a mi lado, apoyándome sin condiciones, pase lo que pase, vida o muerte, razón o locura. Locura.
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